I
La bocana tiene un fetido olor de pescado, mismo que me desayuno a las 7:15 am.
Preciso una cámara que tatué esas fotografías en mi efímera memoria, quimera de todos los ayeres, volcó como quien se suicida en cada flashazo que destella mis bajos instintos por preservar lo ajeno, me duele el recuerdo, pero el morbo satisface mis más profundos deseos.
Debo bajar, el transporte se situa justo al pie de la puerta donde trabajo, misma que se hace pequeña después de entrar, es como el país de las maravillas que solo yo imagino para hacerme el tiempo menos amargo.
Quiero asesinar a la vida, para que la muerte deje de poner el punto final a mis textos.
Quiero asesinar a la vida, para que la muerte deje de poner el punto final a mis textos.
Imágenes impresas con la pobreza de mi vocabulario.