...porque un solo lugar no es suficiente, necesite de re inventarme la vida y termine en las orillas, al filo del abismo no hay otra opción solo volver a comenzar...

9 de mayo de 2009

Chafelia

En un afán por evadir o negar mi nombre adopte un seudónimo. Cuando digo negar mi nombre quizá sea en realidad una negación de mi trabajo fotográfico del pasado, porque mi nombre de pila me gusta y cuando me preguntan que cómo me pueden decir, me dan ganas de contestar: qué no escuchaste me llamo ……. Si quisiera que me dijeran de tal o cual forma pues no les diría como me llamo. Volviendo a mi seudónimo reconozco que detrás de el no hay un fundamento muy significativo, no encierra una gran historia, podría decir que es Ofelia Morua solo porque así quise que fuera.

Cuando lo pronuncio me imagino a una mujer vieja, cansada, con canas, de mal carácter y extranjera, (risas) por eso creo que me va bien. Ofelia es un disfraz que me puse para poder exhibirme, pero creo que mi ojo fotográfico me delata, creo que por debajo de los colores, contrastes y texturas mi nombre grita, creo que lo sepulte vivo, pobre, tan bonito que es llamarse como me llamo. Ahora que adopte a Ofelia, invite a una colega para que visitará mi blog, como lo he hecho con la mayoría de las personas que conozco. La muy cretina o creativa, me dijo Chafelia, no si sí es por lo mal que escribo o por lo mal que sigo tomando fotos aunque esto último sinceramente nunca lo que creído (risas).

No soy la fotógrafa que cree que la cámara es una extensión de mi cuerpo, que tengo que ir  a todas partes con ella sino no soy fotógrafa, para mi no es más que un instrumento, esta es mi tercera cámara y quizá mientras me de lo que necesito será la única, no me gusta andar con ella como si fuera mi tarjeta de presentación, y a veces he llegado a pensar que no necesito de ella para hacer una imagen.  En mi etapa de negación (risas) con chance y ni fotógrafa soy… soy puro pájaro nalgón. Esto ya lo había escrito pero como reacomode el blog lo borre, pero me gusta como se escucha, mamá solía emplearlo cuando se refería a algo o alguien muy “chafelia”…

4 de mayo de 2009

En el vaivén de mis débiles cerdas


Te he limpiado el polvo de tus gastados pasos, ahora que no estás limpiaré los zapatos cuadrados de tu nieta, agonizo en el vaivén  de mis débiles cerdas, ahora que no estás…


Cuándo alguien se va que nos deja?

 Hace ya casi un año y medio que el abuelo se nos adelanto, la más flaca y fría le dijo: vámonos Celso, el abuelo como a leguas se le notaba que era bien ojo alegre la siguió de seguro la confundió con una de esas mujeres que el decía le echaban los perros. Después de su partida quedo pendiente que me visitara, pues cuando nos despedimos  se comprometió alcanzarme por acá, pero ya la musa de Guadalupe Posada le había echado el ojo.

El abuelo no poseía riquezas, a mi madre solía decirle que estudiara ya que era la única herencia que le podía dejar. Fue un hombre trabajador, autosuficiente hasta decir ya no, de humor negro y consentidor, mal hablado eso sí, muy mal hablado. Lo que más recuerdo de él es que cuando llegaba de visita aventaba una maletita donde cargaba mercancía (relojes, camisas, lociones etc.) la deslizaba por el piso hasta quedar por debajo de una silla de madera que después serviría de brazos de Morfeo para que así más tarde dejará reposar su cansado cuerpo. También solía darme de niña traguitos de cerveza para abrirme el apetito lo único que lamento es que no haya sido indio, pero bueno, después ya me tocaría elegir la mejor cerveza.

Al ya no ser parte de este mundo, al menos no físicamente,  mi padre fue a limpiar el departamento donde vivió sus ultimas horas, (uuuy al escribir esto sentí calosfríos, si andas por ahí Celso por favor házmelo saber, dale dos golpes a la mesa me gustaría preguntarte algo), evidentemente mi abuelo tal como se lo dijo a mi madre, no poseía riquezas pero si un montón de cosas antiquísimas que van desde fotografías de la familia donde puedo respirar los haluros de plata, recibos de pagos por los servicios militares de mi tatarabuelo, sombreros, bastones, pañuelos, trastos, bolsitas de dulces de mis piñatas, claro ya sin dulces supongo que las conservaba porque eran muy originales, monedas devaluadas, ningún centenario, zapatos, camisas como unas 150 con estampados retro, etcétera. El abuelo dejo todas sus pertenencias como es bien sabido, nada te llevaras cuando te mueras ni siquiera tu ultima comida. Por cuestiones de trabajo no asistí al funeral, yo acababa de mudarme de ciudad y tenía como 10 días de haber comenzado a trabajar.  Mamá tuvo la precaución de comprar funerales a futuro ya que los tramites son muy paletosos para quien tiene la responsabilidad de efectuarlos y ni tiempo te dejan para llorar.

En esta última visita que hice al puerto de cuyo nombre no quiero acordarme (risas… me vi muy Quijote), le comente a mi padre que boleaba mis zapatos con una brocha porque no tenía cepillo, él como fue el que más se surtió con las cosas del abuelo todo por ser el valiente de ir a limpiar la vivienda, me dijo que el tenía dos cepillos que pertenecieron a Don Celso, así que me daría uno, los tomo y puso las manos atrás, después dijo: izquierda o derecha, no me acuerdo que fue lo que yo le conteste pero me toco el más usado y terminó dándome el mejorcito.  Poseo del abuelo un cepillo para bolear zapatos y un pañuelo que no sé como llego a mi maleta, obviamente las fotos todas si excepción son mías porque en mejores manos no pueden estar. Al darle otra leía a texto recordé que al abuelo no le gustaba que le dijéramos “abuelo”, espero que no me venga a jalarme los pies.


Un árbol tras la rejas




El árbol tras las rejas, me pregunto qué delito cometió?