Los papás de Enrique
Ayer solo deseaba despejar mi mente, pero las opciones se me agotaron con una llamada. Pensé a dónde voy?, fue entonces cuando recordé un viejo camino, ya había pasado más de un año y quizá sería distinto, que sorpresa me lleve, cuando estuve parada en la misma calle, los mismos puestos de comida callejera, el mismo portón, vi la luz prendida de la terraza y se asomo un jovencillo el cual no me reconoció pues iba forrada de pies a cabeza, se acercó, fue entonces cuando dijo: qué has hecho?... le conteste: solo he hecho lo correcto de un tiempo acá... y una de esas cosas es visitar a los viejos amigos para despedirme; detuvo brevemente la limpieza del departamento ya que Enrique lo había dejado muy desordenado; más tarde llamo Enrique desde México y se llevo una sorpresa cuando escuchó mi voz.
Sentí como los recuerdos poco a poco comenzaron a llegar, al mismo tiempo que las cervezas y los cigarrillos se acabaron, fuimos por más al lugar que nunca cierra, llegando me dijo: te acuerdas una noche salimos los cuatro, Enrique iba paseando a Chichen (mi perro), le conteste: claro que me acuerdo por eso estoy aquí!
Anoche me despedí de aquel lugar, segura estoy que no volveré a pisar esa calle y que nada volverá a ser igual, en las paredes del último cuarto nuestras risas posan sostenidas en el trapecio donde también pende la vida. Qué cuerpos ahora se enredan entre tus palabras? A qué recurres cuando me encuentras en los citrinos que olvide? sé que la cuenta esta saldada, te di más de lo que tuve y tu también te entregaste igual, pero a veces me dan ganas de golpearte hasta desaparecerte... espero que estés bien y conocerme te haya servido de algo.
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